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Un disco doble que lidia con el caos de la vida moderna

No es de extrañar que el caleidoscópico A Head Full of Dreams, publicado en 2015, nos parezca un recuerdo ya lejano, pues sin duda vio la luz en un momento muy diferente al actual. En estos cuatro años que han pasado desde la última vez que tuvimos noticia de Coldplay, el mundo se ha vuelto un lugar cada vez más y más caótico. “Lo cierto es que la locura siempre ha estado ahí”, le comenta el vocalista Chris Martin a Apple Music, “pero ahora la tenemos delante de nuestras narices constantemente. Eso te hace pensar que tienes que cantar sobre todo lo que está pasando sin importarte las consecuencias”. El resultado es Everyday Life, un disco doble con el que se puede decir que la banda más popular de este siglo trata de ofrecer un mensaje de unidad pese a todo y a todos. “Para nosotros es algo real y auténtico”, asegura Martin. “De eso estoy seguro”.

Coldplay organizó el disco de forma conceptual, con una primera mitad (Sunrise) que arranca con unos arreglos de cuerda tan sombríos como esperanzadores. “Se refiere a los desafíos a los que nos enfrentamos en nuestras propias vidas y que también vemos en las de mucha más gente”, explica Martin. La segunda parte (Sunset) aborda el modo en el que podemos afrontar y superar esos desafíos y comienza con “Guns”, un corte acústico en el que Martin aborda la violencia provocada por las armas en Estados Unidos, evocando a Dylan y cantando irónicamente ‘Melt down all the trumpets, all the trombones and the drums / Who needs education or a thousand splendid suns?’ (‘Derritan todas las trompetas, los trombones y los tambores / ¿Quién necesita educación o un centenar de espléndidos soles?’). Sin duda, se trata de su tema más abiertamente comprometido y político desde “Politik”, publicado en 2002 justo después de los atentados del 11 de septiembre. A diferencia de su predecesor, Everyday Life es un disco crudo y directo, en el que se intercalan fragmentos de sonido ambiente que lo dotan de una textura familiar y reconocible: el ruido de la calle, el canto de los pájaros, una discusión entre un conductor y un policía… Cuando Martin se sienta al piano y canta “BrokEn” junto a un coro góspel, sientes que estás en una iglesia a sólo unos metros de ellos.

Gran parte del disco navega por las aguas de la sutileza, pero también contiene algunos de los épicos himnos y gestos grandilocuentes a los que Coldplay nos tiene acostumbrados. En “Arabesque”, toda la banda se alía con el grupo Positive Force de Femi Kuti en un enfervorecido ritmo afrobeat que, junto a un verso en francés, entona en su parte central ‘We share the same blood’ (‘Compartimos la misma sangre’). Es este el mensaje que resuena a lo largo de Everyday Life, desde el coro que nos recibe con los brazos abiertos en “Orphans” (en la que la línea de bajo de Guy Berryman redefine la palabra ‘optimismo’) hasta la inmediatez a acapella de “بنی آدم” o el crepuscular cierre con “Champion of the World” y el corte que da título al disco, en el que Martin canta ‘Everyone hurts, everyone cries, everyone tells each other all kinds of lies / Everyone falls, everybody dreams and doubts / Got to keep dancing when the lights go out’ (‘Todo el mundo sufre, todo el mundo llora, todo el mundo miente de muchas formas / Todo el mundo cae, todo el mundo sueña y duda / Tenemos que seguir bailando cuando se apaguen las luces’).

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